En Rumania a toda costa
Rafael Pisot
 

Con la mano en el corazón puedo afirmar que en Espa?a las cosas han tomado un giro hacia la banalización y la puerilización de la sociedad, como demuestran los numerosos concursos de nula calidad, la reducción de los debates y de los programas culturales en la televisión (donde todas las películas se doblan y casi nadie mira otros canales internacionales) o, lo más preocupante, la caída evidente del índice de lectura: en la actualidad, Espa?a es uno de los países de la Unión Europea en los que menos se lee. Los hispanistas rumanos, a quienes debemos las miles de traducciones del espa?ol, son también ellos testigos de este fenómeno. Hay quienes afirman que la exclusivización de la cultura es el efecto de la democratización y, en este sentido, los profesores, tanto de secundaria como de universidad, que han disfrutado de una juventud más espiritual levantan la voz ante la superficialidad de las nuevas generaciones, que parecen ansiar cosas, a su juicio, más bien frívolas. Para los espa?oles tal vez la vida haya cambiado demasiado, pero, en realidad, ella ha seguido su curso natural, empujada por todas las  novedades que han ido apareciendo y por el pragmatismo de una nueva mentalidad. 

Estoy convencido de que Rumanía seguirá este camino, ya trazado por el resto de Europa, y deseo que la resolución de los más graves problemas sociales se parezca al modo en el que Espa?a solucionó los suyos sobre todo a raíz de su entrada, en 1986, en la entonces Comunidad Económica Europea. No cabe duda de que el alineamiento de Rumanía junto a otros países que han alcanzado el mismo nivel de vida será real y, entre tanto, los extranjeros seguirán viniendo para construir, quizá sin proponérselo, una sociedad cosmopolita, plural y abierta, similar a las que han existido en estos lares, una sociedad en la que ? ?me dejan ser un poco egoísta? ? la lengua espa?ola será una de las más habladas por un pueblo que nos siente como un pueblo hermano, más alejados geográfica que espiritualmente. Y junto al crecimiento de la lengua de Cervantes y de Ricky Martin, los profesores de espa?ol que ense?an en los institutos y en las universidades podrán sentir un apoyo más intenso, se crearán más centros culturales en todo el país, en los que darán clases cada vez más profesores que, como yo, saborerán las maravillas de este país, ofreciéndo una imagen lo más honesta y objetiva, sin las exageraciones de un patriotismo pasado de moda ni aquellas que provoca una mirada centrada en el lado más infeliz de la naturaleza humana. La aportación de un extranjero a su país de adopción es casi simbólica, pero mi deseo es poder presumir un día de una sociedad en la que exista una convivencia orgánica entre todas las culturas, religiones y razas, una sociedad en la que todo aquello que un día fue motivo de tanta destrucción en el mundo (también nosotros devastamos un continente en el siglo XIV, también nosotros creamos a Torquemada) pierda su peso en favor de otros aspectos verdaderamente esenciales, entre los cuales destaque la alegría de vivir. Deseo que todo nos vaya tan bien a todos, como para que jamás me entren ganas de irme de Rumanía.

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